El chupete es un tema que suele generar controversias entre las personas por las distintas teorías y opiniones al respecto. Esto nos enfrenta a los padres primerizos con los prejuicios y consejos de todo el mundo que nos rodea y en muchas ocasiones, las consideraciones de los terceros son tan apocalípticas que realmente asustan. Pero ¿Cuáles son los riesgos y beneficios reales del chupete y cómo debe emplearse?
Durante el embarazo, me llamó la atención la aparición de una pregunta que no había anticipado entre las posibles inquisiciones de los familiares y conocidos: ¿Van a darle chupete? En realidad, con Caro no habíamos pensado mucho al respecto, ya que lo teníamos bastante naturalizado porque veíamos que el 90% de los bebés que conocíamos los utilizaban. Por si acaso, compramos un par de chupetes antes del nacimiento de Manuel para completar el kit de artículos que te piden en el sanatorio, pero no del todo convencidos de usarlos.
Al investigar al respecto, descubrimos que las fuentes científicas y profesionales también ofrecen distintas posturas, pero todas coinciden en que es preferible no utilizarlo antes del mes de edad, suprimirlo antes de los dos años y no agregarles endulzantes para hacerlo más gustoso. Esto se debe a que en un principio puede interferir en el desarrollo natural de la lactancia y en segundo lugar, si se utiliza después de los dos años, puede generar malformaciones en el paladar, correr las muelas de lugar y, en el caso de usar endulzantes, favorece la generación de caries.
Estos últimos suelen ser los argumentos de los detractores y el temor de los abuelos con respecto a la salud del recién nacido. Pero sucede que, al mismo tiempo, los chupetes son recomendados por los pediatras en general para tranquilizar a los niños en momentos de angustia y satisfacer el reflejo de succión en los bebés que sufren de cólicos del lactante. Sumado a esto, según estudios científicos realizados, el chupete reduce significativamente el riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita del lactante en aquellos niños que lo utilizan al dormir.
En definitiva, nuestras dudas de si utilizarlo o no, no fueron disipadas con la lectura, pero éramos más partidarios de tratar de evitarlo, porque entendiamos que se trata de un objeto artificial ajeno al desarrollo natural del bebé. Aunque no podíamos dejar de pensar en el último dato relacionado a la muerte súbita. ¿Qué hacer?
Finalmente, Manuel nació de manera prematura y en el segundo o tercer día de internación en el área de neonatología, la médica nos pregunta si le habíamos traído el “chupetito”, así se lo ofrecíamos y lo ayudábamos a no angustiarse tanto en la incubadora y comenzaba a desarrollar el reflejo de succión. En el caso de los bebés pre-término, la utilización del chupete es beneficiosa porque al haber nacido antes, el bebé no cuenta con el reflejo natural de la succión y su estimulación durante el periodo en incubadoras favorecen el fortalecimiento de los músculos para la adaptación temprana a la mama cuando comienza a comer.
Sin tener la posibilidad de decidirlo demasiado, Manuel comenzó a utilizarlo y resultó muy efectivo en sus dos funciones primarias. Hoy, Manu ya tiene 4 meses y el chupete le sigue siendo efectivo para tranquilizarse en los momentos que está molesto y también cuando le duele la barriguita por los cólicos. De todas maneras, me preocupa que lo esté utilizando de más, ya que le gusta tener el chupete en la boca cuando se duerme y muchas veces, sin pensarlo, cuando se pone molesto se lo ponemos en la boca apresuradamente.
Debemos tener cuidado porque este pequeño trozo de silicona se instaura como un hábito no sólo en el bebé, sino que también en los padres que lo utilizamos como salvavidas de cualquier situación incómoda y esto, al largo plazo, va a ser perjudicial para Manuel porque día a día lo irá necesitando un poco más. Está comprobado que la utilización exagerada del chupete genera malas costumbres como, por ejemplo, la dependencia a la hora de dormirse y provoca que el bebé se despierte durante la noche en busca del chupete cuando se cae de su boca.
En conclusión, el objeto de por sí no es ni bueno ni malo, sino que hay que saber utilizarlo. Nosotros, en este momento, estamos a tiempo para empezar a dosificárselo lentamente con el objetivo de eliminarlo alrededor de los 10 meses. De todas maneras, no podemos negar la gran ayuda que ha sido el chupete todo este tiempo para con Manuel. Como todo en la vida, con el chupete no se debe pecar por exceso ni por defecto.
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